Faith Like a Child

LEA ESTE ARTÍCULO EN ESPAÑOL

When you think of baptism, what comes to mind first? Do you remember your own baptism? Did it take place in your youth or after you were already an adult? Were there feelings of fear or excitement—or perhaps both? 

I was baptized when I was 10 years old. I loved studying the Bible, and I was excited to show everyone at church just how much I loved Jesus. Later on, in my early 20s, I began to understand the deeper meaning behind baptism, and so I decided to be re-baptized. I remember feeling humbled to have a clearer grasp of what Jesus’ sacrifice meant for me and what I mean to Him. 

While a child may not understand the full extent or meaning of baptism, even so, Jesus said that we need to allow children to come to Him when they show the desire. “Let the little children come to Me, and do not forbid them; for of such is the kingdom of God. Assuredly, I say to you, whoever does not receive the kingdom of God as a little child will by no means enter it” (Mark 10:14-16, NKJV). Jesus knew that the heart of a child would be pure enough to grasp His love for them the way He intended for each of us to understand—complete, genuine, full trust in His heart toward us.

In Bible class, they’ve been talking about sharing their faith. They talked about how sharing your faith isn’t just about talking about your faith but showing it through being obedient to parents, helping wash dishes, and showing kindness to friends. When we do that, people are more receptive to the gospel.

Grace Babcock

We are excited to share that we finished our school year with 13 baptisms on our final Sabbath. Our older students had participated in Bible study and spiritual mentoring with our Bible teacher, Pastor Mahinay, throughout the year. Our younger students engaged in Bible studies with our elementary teacher, Grace Babcock, in preparation for their baptism. When asked about her favorite part of Bible studies with students, Grace replied that she “enjoyed watching the children get excited about things, falling in love with Jesus, and watching the Holy Spirit do His job. It’s not about what I do; it’s about what the Holy Spirit does. It’s exciting!”

 

 

 

 

Another incredible aspect is watching the children witness to others. A lot of times they take home tracts or papers to give away. Grace also shared, “In social studies class they were learning about problems and solutions—discovering problems in our communities and coming up with solutions. It could’ve been simple, but when they saw problems in their community/school, they came up with spiritual issues. They noticed people weren’t kind, etc. I would ask them, ‘What could a solution to this problem be?’ They chose to take a spiritual route to say, ‘They need Jesus.’ I then asked, ‘What could we do to have Jesus in our lives and share with others?’ They wanted to share Bibles with family members and people in their neighborhoods. One Sabbath they went out to hand out Bibles to community members, which ended up coinciding with the Sabbath afternoon activity for that day.”

Students receive a baptismal certificate, along with a student study Bible.
Students receive a baptismal certificate, along with a student study Bible.

It is not always easy to share our faith with others or to explain why we believe the way we do, but, as you can see, children do not have that kind of apprehension. They have not yet experienced the doubts, fears, and failures that can drive adults into silence. Perhaps this is why Jesus said that if we do not become like the little ones—having the unquenchable, unwavering faith of a child—we cannot enter His kingdom. It is our hope that our students will continue to have a curiosity and desire to learn about Jesus and to follow Him. For this reason, we take great care to mentor them spiritually and provide discipleship opportunities, as well as gearing their worship times to gain a better understanding of God and His deep love for them. With His help, we will continue leading souls to Christ and preparing them for His kingdom.

_____________

By Kimberly Cruz

 

 

Fe como la de un niño

Cuando piensas en el bautismo, ¿qué es lo primero que te viene a la mente? ¿Recuerdas tu bautismo? ¿Tuvo lugar en tu juventud o cuando ya eras un adulto? ¿Hubo sentimientos de temor o emoción, o tal vez ambos? 

Me bauticé cuando tenía 10 años. Me encantaba estudiar la Biblia y estaba emocionada por mostrar a todos en la iglesia cuánto amaba a Jesús. Más tarde, cuando tenía poco más de 20 años, comencé a entender el significado más profundo del bautismo, por lo que decidí volver a bautizarme. Recuerdo que me sentí humilde al tener una comprensión más clara de lo que el sacrificio de Jesús significó para mí y lo que yo significo para él. 

Si bien es posible que un niño no entienda el alcance total o el significado del bautismo, aun así, Jesús dijo que debemos permitir que los niños vayan a él cuando muestren el deseo. «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él» (Marcos 10:14-16). Jesús sabía que el corazón de un niño sería lo suficientemente puro como para captar su amor por ellos de la manera en que él quería que cada uno de nosotros entendiésemos: una confianza completa, genuina y plena en su amor hacia nosotros.

Estamos emocionados de compartir que terminamos el año escolar con 13 bautismos en el último sábado. Nuestros estudiantes mayores habían participado en estudios bíblicos y tutoría espiritual con el maestro de Biblia, el pastor Mahinay, durante todo el año. Los estudiantes más jóvenes tomaron estudios bíblicos con la maestra de primaria, Grace Babcock, en preparación para su bautismo. Cuando se le preguntó cuál era su parte favorita de los estudios bíblicos con los estudiantes, Grace respondió que «disfrutaba ver a los niños emocionarse con las cosas, enamorarse de Jesús y ver al Espíritu Santo hacer su obra. No se trata de lo que hago; se trata de lo que hace el Espíritu Santo. ¡Es emocionante!».

 

 

 

 

Otro aspecto increíble es ver a los niños testificar a otros. Muchas veces se llevan a casa tratados o papeles para regalar. Grace también compartió: «En la clase de estudios sociales aprendieron sobre problemas y soluciones, descubrieron problemas en nuestras comunidades y encontraron soluciones. Podría haber sido sencillo, pero cuando vieron problemas en su comunidad o en su escuela, se les ocurrieron problemas espirituales. Se dieron cuenta de que la gente no era amable, etc. Yo les preguntaba: “¿Cuál podría ser una solución a ese problema?” Elegían tomar una ruta espiritual para decir: “Necesitan a Jesús”. Entonces preguntaba: “¿Qué podríamos hacer para tener a Jesús en nuestras vidas y compartirlo con los demás?” Querían compartir Biblias con sus familiares y personas de sus vecindarios. Un sábado salieron a repartir Biblias a los miembros de la comunidad, lo que terminó coincidiendo con la actividad del sábado por la tarde».

Los estudiantes reciben un certificado bautismal y una Biblia después de su bautismo
Los estudiantes reciben un certificado bautismal y una Biblia después de su bautismo

No siempre es fácil compartir nuestra fe con los demás o explicar por qué creemos lo que creemos, pero, como se puede ver, los chicos no tienen ese tipo de aprensión. Todavía no han experimentado las dudas, los temores y los fracasos que pueden llevar a los adultos al silencio. Tal vez por eso Jesús dijo que si no llegamos a ser como los pequeños, teniendo la fe inquebrantable de un niño, no podemos entrar en su reino. Esperamos que nuestros estudiantes continúen teniendo curiosidad y deseo de aprender acerca de Jesús y seguirlo. Por esa razón, tenemos mucho cuidado de guiarlos espiritualmente y brindarles oportunidades de discipulado, así como de orientar los momentos de adoración para obtener una mejor comprensión de Dios y su profundo amor por ellos. Con su ayuda, continuaremos guiando almas a Cristo y preparándolas para su reino.

_____________

Por Kimberly Cruz