I broke my parents’ hearts,” reflected Sharon Miller. “My life went upside down in the early 1980s, and I cut connections with the Adventist Church.”
These reflections came in part because of her rebaptism on September 26 in the Prescott church after a 30-year journey that culminated in a realization that God indeed had a plan for her life and that He wanted her as a friend.
In her testimony to the church at her baptism, Sharon shared, “I’ve prayed about it, and I recommit my life to Jesus. I believe all my sins are forgiven, and I have been noticing God’s gifts of peace of mind, freedom from guilt, and a calm life.”
Looking back over the past three decades, Sharon began to understand that there was something missing and realized it was a personal experience with Jesus. “I needed time to get to know Him personally and become His friend and accept Him as my friend.”
She was well acquainted with the Adventist faith growing up. She spent many years of her childhood in Kenya, Africa, where her family served as missionaries. The family eventually moved back to the United States and continued in church work, including for the Arizona Conference. Sharon attended Adventist schools and was a Pathfinder and a Master Guide. She attended Atlantic Union College and became an elementary school teacher in the Adventist education system. But there was a disconnect between the religion presented to her by her parents and her personal relationship with Jesus.
“Early life and its belief system was so engrained in my mind and in my life that it was a lengthy process to unpack,” she reflected. This disconnect resulted in her cutting ties with the Adventist Church 30 years ago.
In the ensuing years, she met and married a Christan man, Alden Miller, and they became members of a Methodist church, a Baptist church, and the United Church of Christ. “I never stopped believing in God, the Sabbath, tithing, and all the doctrines, but my behavior did not reflect that,” she said. “During those years God never lost track of me. He never let go.”
It was not only God who never let go. Her family remained focused on her as well. “I know my mom prayed for me until her death in 2006, and my sister Eileen prayed as well,” she said. “I want people to know to never give up praying for loved ones.”
The journey took a turn in 2016 when Alden asked Sharon, “Would you like to start attending church on Saturday again?” What a surprise that was for Sharon to hear Alden ask that! “I figured she had attended church with me for all those Sundays, so I can go to her church on Saturday,” he quipped, and then he paused as the emotions welled up, thinking about the spiritual journey they have both been on.
Living in Florida at the time, they found a church in Port Charlotte and later attended a Revelation Seminar. In November 2018, they both decided to join the Adventist Church. “Now five years later, we are both happily worshipping and living an active lifestyle as Adventists,” Sharon said.
Their journey continues and includes more people. Several people are now attending the Prescott church because of the witness and testimony of Sharon. They are members of a small group, and Sharon’s influence is making an impact.
Spearheaded by Pastor Tony Jasper, the small groups ministry program at the church now has over 80 people participating. When one group reaches a certain size, it splits off and creates two groups. It is in this ministry-rich environment that Sharon and Alden find themselves giving a powerful testimony of redemption and rejuvenated faith.
“This is my whole motivation,” Sharon said. “To share the wonderful love of Jesus with everyone and tell them what a difference He has made in my life.”
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By Jeff Rogers
Reconectando con la iglesia y con Dios
Quebranté el corazón de mis padres», reflexionó Sharon Miller. «Mi vida dio un vuelco a principios de la década de 1980 y corté mi conexión con la Iglesia Adventista».
Esas reflexiones se debieron en parte a su rebautismo el 26 de septiembre en la iglesia de Prescott después de un viaje de 30 años que culminó al darse cuenta de que Dios tenía un plan para su vida y que la quería como su amiga.
En su testimonio a la iglesia en su bautismo, Sharon compartió: «He orado al respecto y vuelvo a comprometer mi vida con Jesús. Creo que todos mis pecados han sido perdonados y he estado notando los dones de Dios de paz mental, libertad de culpa y una vida tranquila».
Considerando las últimas tres décadas, Sharon comenzó a entender que faltaba algo y se dio cuenta de que era una experiencia personal con Jesús. «Necesitaba tiempo para conocerlo personalmente y convertirme en su amiga y aceptarlo como mi amigo».
Estaba bien familiarizada con la fe adventista mientras crecía. Pasó muchos años de su infancia en Kenia, África, donde su familia sirvió como misionera. Con el tiempo, la familia regresó a los Estados Unidos y continuó en la obra de la iglesia, incluso para la Arizona Conference. Sharon asistió a escuelas adventistas y fue Conquistadora y Guía Maestra. Asistió al Atlantic Union College y se convirtió en maestra de escuela primaria en el sistema educativo adventista. Pero había una desconexión entre la religión que le presentaban sus padres y su relación con Jesús.
«Los primeros años de vida y su sistema de creencias estaban tan arraigados en mi mente y en mi vida que desempacarlos fue un largo proceso», reflexionó. Esa desconexión resultó en que cortase lazos con la Iglesia Adventista hace 30 años.
En los años siguientes, conoció y se casó con Alden Miller y se hicieron en miembros de una iglesia metodista, una iglesia bautista y la Iglesia Unida de Cristo. «Nunca dejé de creer en Dios, en el sábado, en el diezmo y en todas las doctrinas, pero mi comportamiento no reflejaba eso», dijo. «Durante esos años, Dios nunca me perdió el rastro. Nunca me soltó».
No fue solo Dios quien nunca lo soltó. Su familia también se mantuvo enfocada en ella. «Sé que mi mamá oró por mí hasta su muerte en 2006, y mi hermana Eileen también oró», dijo. «Quiero que la gente sepa que nunca deben dejar de orar por sus seres queridos».
El viaje dio un giro en 2016 cuando Alden le preguntó a Sharon: «¿Te gustaría volver a asistir a la iglesia los sábados?» ¡Fue una sorpresa para Sharon escuchar a Alden preguntarle eso! «Pensé que ella había asistido a la iglesia conmigo todos esos domingos, así que puedo ir a su iglesia el sábado», bromeó Alden, y luego hizo una pausa mientras las emociones brotaban, pensando en el viaje espiritual en el que ambos han estado.
Viviendo en Florida en ese momento, encontraron una iglesia en Port Charlotte y más tarde asistieron a un Seminario de Apocalipsis. En noviembre de 2018, ambos decidieron unirse a la Iglesia Adventista. «Ahora, cinco años después, ambos estamos felizmente adorando y viviendo un estilo de vida activo como adventistas», dijo Sharon.
Su viaje continúa e incluye a más personas. Varias personas asisten ahora a la iglesia de Prescott debido al testimonio de Sharon. Son miembros de un grupo pequeño y la influencia de Sharon está teniendo un impacto.
Encabezado por el pastor Tony Jasper, el programa de ministerio de grupos pequeños en la iglesia ahora tiene más de 80 personas participando. Cuando un grupo alcanza cierto tamaño, se separa y crea dos grupos. Es en ese ambiente rico en ministerios que Sharon y Alden se encuentran dando un poderoso testimonio de redención y fe rejuvenecida.
«Esa es toda mi motivación», dijo Sharon. «Compartir el maravilloso amor de Jesús con todos y decirles la diferencia que él ha hecho en mi vida».
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Por Jeff Rogers