During the pandemic, attendance at West Sacramento church significantly dropped. Around the same time, many of our youth graduated from high school and went to college. The church looked desolate. Only about 25 people were attending on Sabbath, one-third of normal.
The congregation began earnestly praying that God would fill their church, especially with young people. From these prayers, extraordinary things started to happen! Immediately, a student from UC Davis and her boyfriend joined us. She had learned about the Sabbath over the internet. Then two more young adults arrived at our church, having seen our web page.
The new guests started attending Bible studies, eager to know more about Jesus. Church members worked diligently to include these new friends in activities, drawing them into the church family. We were happy to see things happening and the Spirit moving, but that was just the beginning!
In time, the church had its first baptism—a rebaptism. This man’s decision seemed to encourage others. As a district pastor, I come to this church every two weeks. When I officiate at a baptism, I always appeal to the congregation, asking if others wish to make that commitment. After this rebaptism, I found that a new hand would go up in the church every week I was there!
After one of the baptismal Sabbaths, I half-jokingly told the congregation that we needed to continue the tradition, asking, “Who will be baptized next?” I couldn't have dreamed what happened next.
The entire back row of people stood up, joyfully waving their hands. I was stunned! It was a group of people I hadn't even met yet! While searching the seven new faces in the back row, all eagerly raising their hands for baptism, a multitude of questions stirred in my mind: Did God guide them to us? Is this genuinely happening?
After the service, I approached them and discovered that they had recently relocated from Nepal and had been raised in Hinduism. Their journey to Christianity began in 2010 when the compassionate acts of local Nepalese Christians moved them. Engaging in community service and medical missionary projects, they gradually embraced the message of salvation in Jesus.
Despite their limited understanding of Biblical theology, they remained faithful, praying daily for guidance. Baptized in Nepal under the belief of purification, they continued reading the Bible, seeking the truth. As they studied and prayed, they felt that God was warning them that the end is near and they must be ready for it. Not fully grasping the Biblical meaning of “the end,” it became a real threat in their lives. They started experiencing persecution from gangs in their local community.
They were bullied constantly and even beaten with sticks. One of them was stabbed. Another was pushed to the ground and run over by a motorcycle. Astonishingly, the faithful band was still willing to risk their lives for Christ, somebody they admittedly did not wholly comprehend yet. What they did come to understand was that God is real and loving and that He was collecting them to Himself.
As time passed, they were able to flee to Dubai, United Arab Emirates, where a hired “travel consultant” took their passports and consigned them to a debtor sweatshop. They had to work for a year, “earning” their documents back. But their faith didn't waver. Eventually, with the help of some missionaries, they traveled to Guatemala and then to Mexico. From there, they could enter the United States with refugee status, later settling in Sacramento.
So how did they end up standing in our church, all at once, in joyful hand-waving after my baptism call? They met Linda Quillen, a Granite Bay Hilltop church member. She encouraged them to attend one of our churches, and through that introduction, they eventually stumbled upon one of my sermons online.
The precious people in this faithful group are like the wise men and heroes of the Bible. They lived their lives knowing that there was much they did not know, but they followed God the best they knew, and God brought them to this destination. God can use whatever little faith we have if we are willing to follow Him. A mustard seed of faith is enough if we act on it!
You just never know how God will answer your prayers! We often ask for blessings and then try to predict how He will work. But I must tell you, this experience left me in awe of how His way does not always go the way we expect, but the experience is always wonderful!
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By Sasa Andelkovic
Nunca se sabe cómo Dios responderá a nuestras oraciones
Durante la pandemia, la asistencia a la iglesia de West Sacramento disminuyó significativamente. Casi al mismo tiempo, muchos de nuestros jóvenes se graduaron de la escuela secundaria y se fueron a la universidad. La iglesia lucía desolada. Solo unas 25 personas asistían el sábado, un tercio de lo normal.
La congregación comenzó a orar fervientemente para que Dios llenara su iglesia, especialmente con jóvenes. ¡A partir de esas oraciones, comenzaron a suceder cosas extraordinarias! Inmediatamente, una estudiante de UC Davis y su novio se unieron a nosotros. Se había enterado del sábado a través de Internet. Luego, dos jóvenes más llegaron a nuestra iglesia, después de haber visto nuestra página web.
Los nuevos invitados comenzaron a asistir a estudios bíblicos, ansiosos por saber más acerca de Jesús. Los miembros de la iglesia trabajaron diligentemente para incluir a esos nuevos amigos en las actividades, atrayéndolos a la familia de la iglesia. Estábamos felices de ver que las cosas sucedían y que el Espíritu actuaba, ¡pero eso era solo el comienzo!
Con el tiempo, la iglesia tuvo su primer bautismo, un rebautismo. La decisión de ese hombre pareció animar a otros. Como pastor de distrito, voy a esa iglesia cada dos semanas. Cuando oficio en un bautismo, siempre apelo a la congregación y pregunto si otros desean hacer ese compromiso. Después de este rebautismo, descubrí que una nueva mano se levantaba en la iglesia cada semana que estaba allí.
Después de uno de los sábados bautismales, medio en broma le dije a la congregación que necesitábamos continuar con la tradición, preguntando: «¿Quién será bautizado después?» No podría haber soñado lo que sucedió después.
Toda la última fila de personas se puso de pie, agitando alegremente las manos. ¡Me quedé atónito! ¡Era un grupo de personas a quienes ni siquiera conocía! Mientras buscaba en los siete rostros nuevos de la última fila, todos levantando ansiosamente sus manos para el bautismo, una multitud de preguntas se agitaron en mi mente: ¿Los guio Dios a nosotros? ¿Estaba ocurriendo eso realmente?
Después del servicio, me acerqué a ellos y descubrí que se habían mudado recientemente de Nepal y se habían criado en el hinduismo. Su viaje al cristianismo comenzó en 2010 cuando los actos compasivos de los cristianos nepalíes locales los conmovieron. Participando en el servicio comunitario y en proyectos médicos misioneros, gradualmente abrazaron el mensaje de salvación en Jesús.
A pesar de su limitada comprensión de la teología bíblica, permanecieron fieles, orando diariamente para recibir orientación. Bautizados en Nepal bajo la creencia de la purificación, continuaron leyendo la Biblia, buscando la verdad. Mientras estudiaban y oraban, sentían que Dios les estaba advirtiendo que el fin está cerca y que deben estar preparados. Al no comprender plenamente el significado bíblico de «el fin», se convirtió en una amenaza real en sus vidas. Comenzaron a sufrir persecución por parte de las pandillas de su comunidad.
Eran acosados constantemente e incluso golpeados con palos. Uno de ellos fue apuñalado. Otro fue empujado al suelo y atropellado por una motocicleta. Sorprendentemente, el fiel grupo todavía estaba dispuesto a arriesgar sus vidas por Cristo, alguien a quien admitían que aún no comprendían del todo. Lo que sí llegaron a entender fue que Dios es real y amoroso y que él los estaba llamando a sí mismo.
Con el paso del tiempo, pudieron huir a Dubái, Emiratos Árabes Unidos, donde un «asesor de viajes» contratado les quitó los pasaportes y los consignó a un taller clandestino. Tuvieron que trabajar durante un año, «para ganar» sus documentos. Pero su fe no flaqueó. Con el tiempo, con la ayuda de algunos misioneros, viajaron a Guatemala y después a México. Desde allí, podían ingresar a los Estados Unidos con estatus de refugiado, estableciéndose posteriormente en Sacramento.
Entonces, ¿cómo terminaron de pie en nuestra iglesia, todos a la vez, saludando alegremente las manos después de mi llamado al bautismo? Conocieron a Linda Guillen, miembro de la iglesia Granite Bay Hilltop. Ella los animó a asistir a una de nuestras iglesias, y a través de esa introducción, finalmente se toparon con uno de mis sermones en línea.
Las preciosas personas de este fiel grupo son como los sabios y héroes de la Biblia. Vivieron sus vidas sabiendo que había mucho que no sabían, pero siguieron a Dios lo mejor que podían, y Dios los llevó a ese destino. Dios puede usar la poca fe que tengamos si estamos dispuestos a seguirlo. ¡Un grano de mostaza de fe es suficiente si actuamos en consecuencia!
¡Nunca se sabe cómo Dios responderá a nuestras oraciones! A menudo pedimos bendiciones y tratamos después de predecir cómo obrará. Pero debo decirles que esa experiencia me dejó asombrado de cómo su voluntad no siempre va de la manera que esperamos, ¡pero la experiencia siempre es maravillosa!
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Por Sasa Andelkovic